La Teoría del Cambio, la diferencia entre las buenas intenciones y el impacto real
En mis años de experiencia como investigadora social acompañando a empresas, organizaciones y fundaciones en sus proyectos de inversión social me he dado cuenta de que muchos los diseñan con muy buenas intenciones e ideales muy nobles, pero sin tener claro el camino a recorrer para alcanzar la meta y saber si realmente tendrán impacto en la comunidad elegida. Es más, tal vez no se planteen cómo su acción puede aportar a propósitos más más altos aún, como contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Me explico. Por ejemplo, la fundación de una empresa decide que es importante que los jóvenes aprendan inglés. Bien, es una iniciativa buena, importante. Pero ¿para qué quiere que aprendan otro idioma? ¿Para navegar mejor por internet? ¿Para aprenderse más rápido las canciones? ¿Para acceder a mejor educación? ¿Para potenciar sus posibilidades laborales? ¿Para superar el analfabetismo? No siempre lo saben, solo que es importante hablar inglés.
Otro caso: entregar anticoncepción oral a adolescentes para evitar embarazos no deseados. ¿Basta con entregarlos cada mes? ¿Se alfabetizó sobre la relevancia de planificar una familia? ¿Se logró concientizar sobre las relaciones sexuales protegidas? ¿Cómo saber que sí se los toman? ¿Qué implica que se aplace la maternidad en cuanto a proyecto de vida?

Algunos proyectos se basan en la intuición, los ideales y los supuestos, por eso pueden fracasar o no alcanzar el verdadero potencial de su iniciativa e inversión. No establecen el camino a seguir, el paso a paso, la relación acción-efecto-logro. No saben cómo se conduce el cambio, si se están haciendo bien las cosas o no.
Esto se debe a que no aplican la Teoría del Cambio en el diseño y evaluación de sus proyectos sociales. ¿Y qué esto de la Teoría del Cambio? Es una herramienta metodológica que describe cómo y por qué una intervención producirá un impacto deseado, trazando una cadena causal desde las necesidades iniciales hasta los resultados finales.
Es una hoja de ruta, que plantea pequeñas hipótesis que pueden ser verificadas en la realidad, partiendo de la pregunta “¿qué pasa si hago esto…?”, y como en las finanzas, se aplica el interés compuesto: cada acción va sumando al capital inicial y sobre este se van generando nuevos intereses o acciones, que a su vez generan un impacto, una cadena que termina dónde el proyecto pueda y quiera, pero sabiendo hacia dónde va y cuánto tiempo le va a tomar.
La Teoría del Cambio permite una trazabilidad de las acciones y estas se pueden medir y cuantificar al establecer los indicadores pertinentes para ello y evaluaciones paulatinas para comprobar que se va por el camino correcto, para prevenir o actuar a tiempo sobre efectos no deseados y seguir por la ruta hacia nuestro objetivo.
No es simplemente una metodología o un ejercicio de planeación, ni un requisito de rendición de cuentas. Es el esqueleto que da forma a cada intervención social: conecta nuestras acciones específicas con los grandes propósitos que perseguimos, como mejorar la empleabilidad, reducir la pobreza o contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Es un gran aporte para producir cambios reales, sostenibles y medibles. Es la diferencia entre proyectos bien intencionados y proyectos con propósito, proyectos que transforman vidas.
Hacer filantropía es sencillo: se puede entregar un kit escolar cada año para que los niños tengan cómo hacer tareas. Pero si lo que se quiere es hacer inversión social con sentido es pensar en qué más se puede lograr con esos cuadernos y lápices: que los y las niñas hagan sus tareas, se motiven a seguir aprendiendo, evitar o disminuir la deserción escolar, bajar los índices de analfabetismo, aumentar las oportunidades para acceder a educación superior, conseguir mejores empleos, contribuir a la superación de la pobreza.
Sí, parece mucho para un lápiz y un cuaderno, pero la idea es plantearse metas a largo plazo y también saber hasta dónde se puede llegar, sin sobredimensionar el propósito ni ser idealistas de libro.
Para concluir, diseñar un proyecto de inversión social aplicando la Teoría del Cambio permite:
- Definir el cambio deseado: establecer claramente el problema que se desea abordar y el cambio específico que se quiere lograr.
- Analizar la situación actual: investigar las causas y factores que contribuyen al problema, involucrando a las partes interesadas.
- Diseñar la teoría del cambio: crear un modelo lógico que describa cómo la intervención llevará al cambio deseado, identificando pasos intermedios, en una cadena causal de actividades.
- Establecer supuestos y riesgos: identificar las creencias sobre cómo funcionará la intervención y los posibles riesgos que podrían afectar el éxito
- Definir indicadores de éxito: seleccionar métricas que permitan medir el progreso y el impacto de la intervención.
- Implementar y monitorear: ejecutar el plan, realizar un seguimiento continuo y ajustar estrategias según sea necesario.
- Evaluar y aprender: comparar los resultados obtenidos con los esperados y extraer lecciones para futuras intervenciones.
En resumen: la Teoría del Cambio convierte las mejores intenciones en estrategias sólidas, capaces de resistir el análisis, demostrar resultados y aprender en el camino.
Una buena inversión social no es la que más dinero pone sobre la mesa, sino la que puede demostrar con evidencia cómo cada acción realizada contribuyó de manera plausible al cambio deseado.
Para nosotros, en AVISINI RESEARCH, la Teoría del Cambio es una herramienta fundamental para el diseño y evaluación de las iniciativas sociales de nuestros clientes.